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(Chilpancingo, 1776 - id., 1854) Militar y político
mexicano que fue presidente de la República entre 1842 y 1843 y en 1846.
Fue hijo de un rico hacendado criollo, en un ambiente de rechazo
crítico a las actuaciones de la corona en Nueva España.
Su
padre Leonardo y un hermano suyo participaron en los primeros
levantamientos insurgentes, por lo que en 1810, en plena juventud,
Nicolás Bravo decidió incorporarse a las fuerzas rebeldes mandadas por
su padre, pasando en mayo del año siguiente a servir a las órdenes de
Hermenegildo Galeana, líder insurgente en el vecino Estado de Morelos.
Participó en diversas acciones, tanto en su tierra natal (actuando en la
vanguardia del ataque al pueblo de Chichihualco, donde tenía la
hacienda su familia) como en el Estado de Morelos, pero también extendió
sus correrías hasta Veracruz, distinguiéndose en la defensa de Cuatla, a
las órdenes del general Morelos.
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Nicolàs Bravo Rueda |
En el desarrollo de estas acciones, Nicolás Bravo
adquirió la reputación de soldado "generoso y magnánimo" (según don
Lucas Alamán), al perdonar la vida y otorgar la libertad a los 300
soldados realistas que en agosto de 1812 habían caído en su poder en San
Agustín del Palmar, cerca del puerto de Veracruz. Se dio la
coincidencia de que poco después recibió la noticia de la prisión de su
padre y la oferta de indulto del virrey si se arrepentía y presentaba.
Nicolás Bravo decidió liberar a los presos en lugar de fusilarlos, para
diferenciar la causa de la Independencia de la barbarie virreinal, según
relato del mismo a Lucas Alamán. Algunos autores llamaron a este gesto
"la venganza de Bravo".
Fue uno de los oficiales que mayor prestigio y victorias ofreció a los seguidores de José María Morelos ,
al que acompañó en la toma de Oaxaca y en el sitio de Acapulco.
Acantonado en Chilapa, siguió desde las tierras del sur las vicisitudes
de la insurgencia y la convocatoria del Congreso en Chilpancingo, donde
apoyó el nombramiento de generalísimo a favor de Morelos, su caída
posterior tras la derrota de Valladolid y la dispersión del Congreso.
En
los primeros meses de 1817, siguiendo órdenes de la Junta de Xauxilla,
arrestó a Ignacio López Rayón, que se negaba a obedecer la autoridad de
la Junta. Poco después se encerró en Cóporo, que defendió durante
algunos meses. Finalmente, se retiró a reponerse y descansar en la
hacienda familiar, cercana a Chilpancingo, donde fue hecho prisionero a
comienzos de 1818. Trasladado a la ciudad de México, permaneció en
prisión hasta que, con motivo del cambio de régimen y el triunfo
constitucional, le llegó el indulto en 1820.
Adherido al Plan de Iguala, reunió una fuerza militar con la que se presentó ante la ciudad de Puebla, sitiada por el general Agustín de Iturbide. Tras
esta acción Iturbide le concedió el rango de coronel del ejército
republicano. Nombrado Consejero de Estado y miembro de la segunda
Regencia del 11 de abril al 18 de mayo de 1822, asistió a la llegada del
virrey Juan O'Donojú y participó en los primeros enfrentamientos políticos que precedieron a la exaltación de Iturbide como emperador.
Republicano convencido, se opuso sin embargo en 1823 a las pretensiones del nuevo mandatario y, junto con Vicente Guerrero,
dirigente del ala más liberal de la insurgencia, escapó de la capital y
se adhirió a la revuelta encabezada por Santa Anna en Veracruz. Se
enfrentó con Guerrero al brigadier Armijo y fue derrotado en la batalla
de Almolonga (25 de enero de 1823), entre Chilapa y Tuxtla. Tras
numerosas acciones, formó con Antonio León una Junta de Gobierno en
Oaxaca e hizo su entrada en Puebla, al frente del ejército llamado
"libertador". Unido a los demás líderes republicanos, consiguió la
renuncia del emperador a comienzos de 1824.
En la
división política que siguió a la deposición de Iturbide, Nicolás Bravo
fue considerado uno de los primeros dirigentes de la masonería escocesa,
conservadora y centralista, frente a los grupos seguidores del
embajador Joel R. Poinsett, adheridos al rito yorkino, federalista y
radical. Tras la aprobación de la Constitución, el congreso lo nombró
miembro del poder ejecutivo que sucedió a Iturbide, cargo en el que cesó
el 1 de octubre de 1824, al producirse la subida al poder de Guadalupe Victoria,
que lo designó vicepresidente. Representaba a la facción moderada,
inclinada hacia una solución borbónica y monárquica; y al cancelarse los
artículos del Plan de Iguala que abogaban por ella, encabezó el partido
conservador, que pretendió instaurar una República indivisible y
centralista.
Siendo vicepresidente de la República,
encabezó en 1827 la rebelión conservadora en apoyo de Gómez Pedraza
frente a Guadalupe Victoria, tenido por excesivamente radical,
solicitando al mismo tiempo la expulsión del embajador Poinsett. Bravo
se enfrentó a Guerrero, pero fue derrotado y hecho prisionero ante la
ciudad de Tulancingo, por lo que se le sometió a un gran jurado que
solicitaba la pena capital. Sin embargo, el Tribunal Supremo, a petición
de sus numerosos seguidores, aceptó la indulgencia del presidente
Victoria, que le conmutó la pena por el destierro temporal. Exiliado en
Guayaquil (Ecuador) durante algunos meses, regresó al país tras la
amnistía de 1829.
Al producirse ese mismo año el
nombramiento de Vicente Guerrero como segundo presidente de la
República, Nicolás Bravo consiguió que la vicepresidencia recayera en
uno de sus partidarios, el general Anastasio Bustamante. Se iniciaba de
este modo una de las crisis más graves del nuevo estado, ya que
Bustamante encabezó una revuelta política contra el presidente; era la
expresión de una profunda división entre ambos partidos, que acentuó la
quiebra institucional. Con el apoyo de Lucas Alamán,
líder indiscutible del partido conservador, Bravo ocupó el puerto y la
fortaleza de Acapulco, de la que fue posteriormente desalojado; sin
embargo, en enero de 1831 logró vencer en Chilpancingo a las fuerzas de
su antiguo compañero de armas. Por esta acción el congreso le otorgó una
espada de honor, considerando esa batalla como decisiva para el triunfo
de los conservadores sobre la revolución. El posterior asesinato de
Guerrero vino a enturbiar la confirmación de aquella época de gloria.
En
los dos años de gobierno alamanista, bajo la presidencia de Bustamante,
Nicolás Bravo se mantuvo aislado y alerta en las tierras del sur.
Atraído sin embargo por la causa del general Santa Anna,
participó en alguna de sus acciones militares y obtuvo el mando del
ejército del Norte, a pocos meses de los desgraciados sucesos ocurridos
en Texas y de la derrota de Santa Anna. Inmediatamente después volvió a
retirarse a Chilpancingo, donde permaneció algunos años.
En
1839 el general y dictador lo llamó nuevamente para que asumiera, en
ausencia del presidente Bustamante, la presidencia del Consejo, jurando
el 10 de julio ante el Congreso como presidente interino de la
República, en medio de un gran escándalo. Durante los diez días que duró
su mandato, se dice que atendió diligentemente a los asuntos de
gobierno y que actuó con energía en la represión de la delincuencia.
Tras su cese, regresó algunos meses a su hacienda familiar.
Elegido
diputado por el Estado de México, volvió al Congreso en enero de 1841 y
fue elegido presidente del Consejo, en sustitución y por ausencia del
general Santa Anna, tomando posesión el 26 de octubre de 1842. A pesar
de su enfrentamiento con un Congreso de mayoría liberal, que pretendía
la redacción de una nueva Constitución, gobernó con decisión y energía,
llamó a Lucas Alamán para que redactara un "Plan para el desarrollo de
la industria nacional" y ordenó la instalación en toda la república de
Juntas de fomento comercial e industrial.
A finales de año, incapaz de mantener la situación que
le enfrentaba con la Cámara, el partido conservador decidió la
disolución del Congreso, calificado de revolucionario, y el nombramiento
de una Junta de Notables llamada "nacional legislativa", compuesta por
80 personas de "probada distinción científica y patriotismo", que abrió
sus sesiones el 6 de enero de 1843. Para llevar a cabo esta auténtica
"revolución de palacio", Bravo contaba con las páginas del Diario
Oficial, que se llenó de adhesiones, mientras disolvía las juntas
disidentes y restringía la libertad de imprenta.
A
pesar de todo, tuvo tiempo para iniciar algunas obras importantes, como
el intento de comunicar ambos océanos a través del estrecho de
Tehuantepec, el comienzo de las obras del puerto de Goatzacoalcos, la
recluta de un nuevo cuerpo militar, la concesión de algunos títulos de
ciudades, el uso de papel de fabricación mexicana en las oficinas
públicas y el establecimiento de una Casa de Moneda en Culiacán.
Disgustado con el general Mariano Paredes que, a pesar de su enemistad
con el general Santa Anna, había aceptado el nombramiento de comandante
militar de México, se enfrentó con él e inició su procesamiento por
insubordinación. Finalmente, cansado de actuar como tapadera del poder
en la sombra, el general Bravo renunció en mayo de 1843, cediendo la
presidencia al dictador y retirándose de la política durante algo más de
un año.
Llamado para reprimir la revolución indígena
que acababa de estallar en Chilapa, regresó al ejército a finales de
1844 y permaneció en el Sur hasta la caída de Santa Anna en diciembre de
ese año, siendo nombrado general en jefe del ejército que defendía a
los supremos poderes. Poco después se adhirió al Plan de San Luis,
acaudillado en esta ocasión por el general Paredes. Paredes lo
recompensó con el nombramiento de comandante general y gobernador del
Departamento de México, siendo responsable de la reorganización
administrativa y militar de este Estado.
En las
elecciones de 1846 a la presidencia compitió con el general Paredes, fue
elegido vicepresidente y lo sustituyó el 28 de julio, al encargarse
Paredes del mando del ejército que tenía que hacer frente a la invasión
de las tropas estadounidenses. Bravo intentó gobernar desasistido de
cualquier apoyo, mientras las fuerzas políticas y militares se
polarizaban en torno a Paredes y a Santa Anna, hasta que el
levantamiento del general Salas, el 4 de agosto en La Ciudadela, actuó
como detonante inmediato de su destitución.
Apartado
de cualquier actividad, la invasión norteamericana le obligó a volver
al servicio de la patria, y fue nombrado comandante general de Puebla.
Tras retirarse a las líneas defensivas del sur de la capital, le
correspondió dirigir la defensa de Chapultepec, pronto convertida en
aplastante derrota. Fue hecho prisionero por los americanos el 13 de
septiembre. Calificado de traidor por el general Santa Anna, se enfrentó
con éste en amarga y áspera disputa.
Finalmente se
retiró a Chilpancingo, viviendo en alejamiento y oscuridad durante cerca
de siete años. En 1854 el general liberal Juan Álvarez publicó el Plan
de Ayutla, un manifiesto en contra de Santa Anna, solicitando el apoyo y
la adhesión de Bravo, pero éste se negó a aceptarlo alegando su mal
estado de salud y su desacuerdo con los puntos de vista de los
conspiradores. El 22 de abril de 1854, Bravo y su esposa fallecieron al
mismo tiempo de manera repentina, lo que hizo correr el rumor de un
envenenamiento. Según algunos historiadores, el fusilamiento del doctor
Avilés, médico de Bravo, podría considerarse como una prueba de
complicidad.